En enero de 2014 fui diagnosticada con fibromialgia, enfermedad que posiblemente se origina a partir de dolor y estrés emocional y que se convierte con el paso del tiempo, en dolor físico crónico. La medicina tradicional, dice que la fibromialgia no tiene origen definido ni cura efectiva.
He pasado todo el año 2014 y parte del 2015 en tratamiento médico dado por una reumatóloga; durante este tiempo, me di cuenta de que no había mejoría evidente, los efectos secundarios estaban presentes y que estaba gastando dinero que no tenía en medicina carísima, (Tomaba un relajante muscular en la mañana, vitaminas en el almuerzo, relajante muscular de nuevo en la noche y una pastilla para el dolor neuropático).
El calvario había empezado ya hace varios años, es solo que mi cuerpo empezó a protestar todavía algunos años después. Esta enfermedad, ha minado mis fuerzas tanto físicas como mentales para emprender cualquier proyecto de vida (profesional, sentimental, familiar, etc.).
Soy consciente del daño que me causé durante los años pasados, sobre exigiéndome para alcanzar estándares de belleza, inteligencia y perfección que no existen, que me enfrasqué en el mundo de la competitividad para ser la mejor, para ser una artista reconocida y admirada, para tener padres orgullosos y ser el mejor ejemplo para mis hermanxs. Me exigí ser una mujer independiente y fuerte, me obligué a luchar por todos y todas, me mantuve en una relación que estuvo muerta desde el inicio por miedo a fracasar, destruí mi cuerpo con dietas interminables y me reconstruí como pude.
Después de todas estas experiencias solo me quedan, un cuerpo dolorido y el corazón en reconstrucción, pero esto que queda es lo que soy y es lo único que tengo.
Ahora sé que no necesito ser la mejor para nadie.
He dejado el tratamiento médico y he decido curarme con arte.
Kathryn Páucar